Título original: Pantaleón y las Visitadoras
Autor: Mario Vargas Llosa
Edición original: Alfaguara, Madrid, 1973
Edición revisada: Alfaguara, Madrid, 2005
Ameno, divertido y excéntrico. La historia de un capitán del Ejército peruano encargado de crear y gestionar un servicio de atenciones sexuales a destacamentos militares alejados en la selva peruana se transforma en una narración que nos muestra hasta dónde puede llegar la hipocresía de algunas instituciones llamadas ejemplares que, por ser constituidas de seres humanos, gozan de los mimas virtudes y defectos que sus constituyentes.
No hay sonrisa que uno pueda ocultar. Entre los papeles, informes y cartas del capitán Pantaleón Pantoja se encuentra el grado máximo del cumplimiento del deber, la misión personal de un hombre que es presa de su sentido del deber y una auto exigencia que lo lleva a tener un éxito que nadie esperaba, complicando la misión a un nivel insospechado.
Vargas Llosa es un clásico y su texto se revisa con una gran facilidad. La lectura es amena y divertida. En cada capítulo una nueva técnica literaria se aplica y permite construir una historia que no tiene que ser puntillosa y detallada al máximo sino que conmina al lector a aplicar su imaginación atando cabos entre las diferentes secciones del libro.
Pantoja es un militar a carta cabal que cree en su institución y en los hombres que la conforman. A diferencia de sus superiores, él entiende que las visitadoras también son parte del Ejército y no las ve como objetos o recursos económicos sino como servidoras, tan importantes como soldados, ingenieros, médicos y capellanes. Dónde todos ven objetos de satisfacción, él ve a seres humanos, todo un contraste de un genio de la gestión que al principio parece ser tan cuadriculado en sus preceptos y que termina demostrando ser el más sensible de todo el Ejército.
Sin lugar a dudas una historia magnífica que debe ser leída y disfrutada en papel ya que la película homónima de 1999, a pesar de ser muy buena, no llega a transmitir en toda su plenitud.
LA CITA
-Oye Alberto, ahora me acuerdo -observa por la ventana a las visitadoras entrando a las tiendas de campaña, las colas de soldados, los controladores que toman posición el capitán Pantoja-. No sé si sabes que a la visitadora esa, la que le dicen, ejem…
-Brasileña, ya sé, a ella sólo los diez del reglamento, ¿crees que no me leo tus instrucciones? -le da un falso puñete, ordena, abre botellas, sirve los vasos, brinda el capitán Mendoza-. ¿Cerveza para ti también? Dos, bien heladas. Pero es absurdo, Panta. Si esa hembra te gusta y te friega que la toquen, por qué no la exceptúas totalmente del Servicio. ¿Para qué eres jefe si no?
-Eso no -tose, se ruboriza, tartamudea, bebe el capitán Pantoja-. No quiero faltar a mi deber. Además, te aseguro que esa visitadora y yo, en realidad.
-Todos los oficiales lo saben y les parece muy bien que tengas tu querida -se chupa la espuma del bigote, enciende el cigarrillo, bebe, pide más cerveza el capitán Mendoza-. Pero nadie comprende ese sistema tuyo. Se entiende que no te haga gracia que la tropa se tire a tu hembra. Para qué entonces ese formalismo ridículo. Diez polvos es lo mismo que cien, hermano.»
Capítulo VIII. Página 233
Contexto: Pantaleón hace gala de su máximo compromiso con su institución y se niega a incumplir sus propios reglamentos, a pesar de que ello le puede causar molestias personales. Por el contrario, Mendoza refleja parte de esa hipocresía propia de las instituciones que se llaman ejemplares con su frase «¿Para qué eres jefe si no?»
ENLACES:
- Pantaleón y las Visitadoras en Wikipedia
- Mario Vargas Llosa en Wikipedia
- Resumen del libro en la Web «Biografías y vidas»
- Ficha didáctica de la web «Pantalla Caci», que combina el libro y la película de 1999
- Comentarios de la red social de lectores Lecturalia
- Película de 1999, dirigida por Francisco Lombardi [YouTube]
Escrito por: Jherson Rubén García Danós