Los mitos hebreos – Robert Graves y Raphael Patai

¿Cuánto hay que decir que para considerar extraordinaria la historia del pueblo hebreo? ¿Cuántas civilizaciones han surgido y sucumbido en el mundo y cuántas han soportado tanto como esta nación capaz de sostener un pasado tan antiguo como mítico?

Con la profundidad y pericia que lo caracteriza, Robert Graves en compañía de Raphael Patai examinan a detalle las historias del Génesis hasta encontrar las claves del origen legendarios del pueblo semita, vigente en la civilización de hoy.

Por: Jherson Rubén García Danós

No existe una nación sin un mito. No existe una cultura sin una leyenda que la justifique.

Cuando el humano puso un pie en el mundo, su primera pregunta fue ¿qué hago aquí?, ¿por qué estoy aquí? Buscarse una respuesta es inherente y el mito constituye el relato justificativo y acrecentado de la realidad. El mito es una verdad incontestable que soporta el derecho a existir, el derecho a sobrevivir.

Todas las sociedades han construido y construyen mitos. Un mito diferencia, contrasta, y confronta a los pueblos. Es su naturaleza. A pesar de los discursos pacifistas, no existe nada más humano que buscar la diferencia, la separación.

Los mitos se construyen para justificar existencias, conquistas, derechos y reclamos. Desde las proclamas chechenas o tibetanas de la actualidad, hasta los fundamentos de la Alemania nazi para reclamarse dueña de Europa y que provocó la Segunda Guerra Mundial. Desde el destino manifiesto ideado por los líderes estadounidenses del siglo XIX para justificar su expansión hacia las tierras indígenas del este americano, o el derecho de conquista y civilización que los romanos consideraban divino imponiéndolo a sangre y espada por todo el Mediterráneo. Todo se basa en un mito.

Es que un mito sostiene a un pueblo y existe en tanto existe ese pueblo. Cuando un pueblo desaparece en las arenas del tiempo su mito se convierte en un lindo relato mentiroso. En una colección de fantasías vacías que sirven para asustar a los niños, pero que todos saben que es ficción. ¿Por qué?, ¿por qué lo que un tiempo fue verdad irrefutable ahora se convierte en vil mentira? Porque el pueblo que se sostenía en él (y que lo sostenía a él) murió.

Un mito jamás es una mentira. No importa lo alucinante que sea. El día que un mito se convierte en fantasía deja de ser mito. Se muda al basurero de las falacias pues es incapaz de justificar y soportar la existencia plena de la sociedad que lo creó. Un mito derrotado es un embuste que se doblega ante el infatigable ataque de un mito diferente, de un pueblo diferente, de un fundamento victorioso que se impone como la nueva verdad.

Es por esta razón que las culturas se aferran a sus mitos, a sus historias fundacionales y a sus leyendas justificativas. Porque buscan seguir existiendo, porque buscan seguir transmitiendo su importancia y su derecho a reclamarse dueños de una parte del mundo. Entre estas, la hebrea es quizá uno de los ejemplos más alucinantes.

Reclamados así mismos como el pueblo elegido de Dios, los hebreos son capaces de autorrastrearse hasta el albur del mundo y la existencia de todo. Han logrado incluso poner sus historias por escrito y, con ello, conseguir darle una mayor significación a su relato: la sensación de ser imperecedero. El libro del Génesis, el primero de la Biblia, narra no solo la creación del mundo y la existencia de un único ser creador; sino, también, justifica la historia y elección de esta civilización como la favorita de este mismo Dios.

Graves y Patai utilizan el modelo ya usado por el primero en Los mitos griegos y desmenuzan cada uno de los capítulos de este primer libro de la Torá judía y la Biblia cristiana. La historia de la creación, Adán, el ángel caído, Noé, Abraham, Isaac y Jacob es analizada de forma comparativa con serias investigaciones arqueológicas, antropológicas y literarias que buscan referencias en otras culturas de su tiempo, así como similitudes y diferencias con relatos de pueblos ya olvidados o desaparecidos.

Es curioso detectar rastros textuales que permiten entrever la existencia de pasajes suprimidos por cronistas y copistas de forma intencional, como la existencia de la deidad femenina o la primera esposa de Adán. También es destacable la justificación acciones y comportamientos claramente reprobables, como la negación de Abraham de su esposa Sara en múltiples ocasiones o los constantes recursos de trucos y mentiras por parte de Jacob para escapar de los peligros. Es revelador observar cómo un pueblo se autojustifica de forma constante a través de un relato fundacional que, a pesar de estas contradicciones, les sirve de elemento unificador.

A todas luces, estos mitos son en parte responsables de que, aún hoy, los hebreos se pueda identificar como una cultura caracterizada por una identidad tan fuerte como particular.

Es cierto que en muchos pasajes el texto puede haber demasiadas referencias intelectuales (por más que los autores hayan intentado no hacerlo); sin embargo, a pesar de ello, es una publicación totalmente digerible de principio a fin. A pesar de su carácter ensayístico y académico, este libro no deja de atraparte y despertar la curiosidad del lector común, permitiéndole tener una comprensión diferente sobre la construcción de una cultura y la significación de un mito como parte inherente de su existencia.

LA CITA

“Este mito [sobre la preferencia de Abraham por Isaac en lugar de Ismael] respalda las pretensiones israelitas a un linaje más noble, aunque posterior, que el de sus parientes del sur, que habían sido obligados a adentrarse en el desierto por su madrastra Saray. En la lengua del sur de Arabia, Agar significa «poblado», lo que explica por qué se dice que sus nietos vivían en poblados propios.”

29. Ismael.

Contexto: Se explica la historia de Ismael, hijo de Agar y Abraham. Según la tradición judía, Yahvé había prometido a Abraham ser padre de una nación. Él y su esposa Saray pensaban que eran muy viejos para ser padres biológicos de dicha nación, así que Saray le pidió a su esposo que tomara a su esclava Agar para engendrar hijos en ella. Así nació Ismael, quien es reconocido ancestro de los pueblos árabes; sin embargo, cuando Saray queda embarazada, esta pide que Abraham aleje a Ismael pues el hijo de ella, Isaac, deberá ser el reconocido primogénito.

Debido a que el pueblo hebreo reclama ser descendiente de Isaac, este relato justifica su primacía sobre otro pueblo (el árabe) que también se señala elegido por Dios.

DATOS DE LA PUBLICACIÓN ORIGINAL

  • Nombre original: Hebrew Myths. The Book of Genesis.
  • Título en español: Los mitos hebreos
  • Autores: Robert Graves (Reino Unido) y Raphael Patai (Hungría).
  • Publicación original: 1964
  • Traductor al español: Javier Sánchez García-Gutiérrez

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