¿Desde cuándo existe el Perú?, ¿por qué este pedazo del planeta tiene un nombre tan extraño y con una significación tan desconocida?, ¿cómo la leyenda y el mito se constituye como punto clave para la configuración de nuestra identidad?
Perú, el Perú, la República del Perú. Una denominación que no existe en la lengua quechua, ni en ningún otro idioma autóctono de la región. Un preciado botín para españoles, que en su castellano castizo asumieron un neologismo para denominar lo que sería el lugar de una nueva nación.
Por: Jherson Rubén García Danós

Con la llegada de Colón y los europeos a América hacia finales del siglo XV, el encuentro de los mundos alimentó el corpus mitológico del mundo. Nuevas historias de reinos lejanos y ricamente ataviados comenzaron a poblar las mentes de españoles que, desde Panamá, comenzaban a explorar los confines del nuevo continente.
Porras Barrenechea nos ubica entonces en torno al debate sobre el origen de la palabra «Perú». Una denominación que no se encuentra en ninguna lengua amerindia, ni quechua, ni entre los indios caribes. Una palabra que comenzó como una referencia geográfica asignada con motivo de un cacique desconocido y que luego pasó a ser una palabra despectiva de uso ramplón entre los exploradores y navegantes del levante americano.
Porras discute con amplia documentación respecto al tema. Va desde los documentos formales de la época hasta las crónicas y relatos de los primeros visitantes de las tierras americanas. El término Birú como relacionado con un cacique que vivía al sur de las tierras conocidas que, desde la ciudad de Panamá, los españoles ya exploraban a inicios del siglo XVI. Fue este el origen de la palabra Pirú y, posteriormente, Perú.
Del cacique se pasó a un río y de ahí, a una denominación geográfica que abarcaba casi todo lo ignoto en el levante del Mar del Sur. Tan grande como difusa era dicha área que incluso era evitada por Francisco Pizarro en las reclamaciones sobre sus descubrimientos. «Las tierras del Perú» era una adjudicación que se daba en círculos informales a lo que se ubicaba al oriente del Golfo de San Miguel (actualmente en Panamá). Para Pizarro y otros socios de la conquista, era mejor referirse a las «tierras de levante» para no limitar el alcance de sus conquistas y ser específicos con los nombres propios de lugares en la época.
Porras también contrapone otras teorías y especulaciones de autores clásicos como Garcilaso de la Vega y devela hipótesis absurdas que, incluso, trataban de encontrar el nombre del Perú en los relatos bíblicos.
En fin, una singular disertación del maestro historiador que nos muestra un trabajo meticuloso y concienzudo por encontrar orígenes creíbles y formales sobre la identidad de un país: su nombre.
LA CITA
“La tierra nueva no se llamará con nombre de reyes o de santos, ni recibirá forzadas toponimias de provincias o regiones españolas, o las difíciles modulaciones indígenas, sino que cogerá al azar un nombre indio y lo deformará de acuerdo con el genio fonético español, en un instintivo presagioso alarde de fusión y de mestizaje. Birú, que es indígena, se transformará, en labios del hampa de la conquista, en Perú, que no es indio ni español, pero que tiene de ambos y será la cifra y el símbolo de un nuevo destino racial.”
El Perú, nombre popular y soldadesco
Contexto: Porras hace una reflexión sobre lo que finalmente será el destino de la palabra Perú: nombrar a una nueva nación, producto de la unión de Europa y la América aborigen. Más allá de los juicios sobre el pasado, el historiador peruano reconoce en el Perú a un nuevo país, distinto de los que antes habitaron esta tierra.
DATOS DE LA PUBLICACIÓN ORIGINAL
- Título original: El nombre del Perú
- Autor: Raúl Porras Barrenechea (Perú)
- Edición original: 1951.
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