El más voluminoso de los libros de la saga nos permite adentrarnos un protagonista tan conflictuado como insoportable. Un contraste que se refuerza a lo largo de toda la historia, a fin de marcar la diferencia entre la energía incontrolable de la adolescencia contra la mesura y extremado razonamiento de la madurez.
Continuando el estilo de El cáliz de fuego, la quinta entrega de la saga centra toda su atención en el conflicto que tendrá el bando de Harry contra el de Lord Voldemort. Las historias complementarias son severamente reducidas para dar mayor profundidad a la relación entre protagonista y antagonista en esta épica fantástica de nuestro tiempo.

Por: Jherson R. García
El Harry Potter más insoportable de la saga se aprecia en la Orden del Fénix (al menos hasta esta entrega). Irascible, desmesurado, irreflexivo, egoísta y rápido para adjetivar negativamente a todos, incluso a sus más cercanos amigos. Harry no entiende lo que sucede a su alrededor, no comprende cómo ha pasado de ser el principal testigo y primera fuente de la vuelta del Señor Oscuro, a ser la persona con menos información de todas. No comprende el comportamiento de los que lo rodean, contrastando con la rebeldía propia de su edad. Nuestro protagonista es el epítome de un adolescente que, no bastando con eso, se vuelve el «centro de un mundo» que le es desconocido.
La dinámica de la personalidad de Harry en este libro guarda estrecha relación con el crecimiento de la presencia de Dumbledore. Ya no solo es el director comprensivo y sonriente, sino que se transforma en aquel que maneja completamente los hilos en la historia de Rowling. Todo lo que el protagonista desconoce es porque así lo ha decidido Dumbledore; por ende, toda la ansiedad y desesperación que acompaña a Harry es obra del director de su escuela; quien, además, se niega a darle la información que este ansía, ya sea de modo directo o indirecto.
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