Autor: Jherson R. García

Harry Potter y la Orden del Fénix – J.K. Rowling

El más voluminoso de los libros de la saga nos permite adentrarnos un protagonista tan conflictuado como insoportable. Un contraste que se refuerza a lo largo de toda la historia, a fin de marcar la diferencia entre la energía incontrolable de la adolescencia contra la mesura y extremado razonamiento de la madurez.

Continuando el estilo de El cáliz de fuego, la quinta entrega de la saga centra toda su atención en el conflicto que tendrá el bando de Harry contra el de Lord Voldemort. Las historias complementarias son severamente reducidas para dar mayor profundidad a la relación entre protagonista y antagonista en esta épica fantástica de nuestro tiempo.

Por: Jherson R. García

El Harry Potter más insoportable de la saga se aprecia en la Orden del Fénix (al menos hasta esta entrega). Irascible, desmesurado, irreflexivo, egoísta y rápido para adjetivar negativamente a todos, incluso a sus más cercanos amigos. Harry no entiende lo que sucede a su alrededor, no comprende cómo ha pasado de ser el principal testigo y primera fuente de la vuelta del Señor Oscuro, a ser la persona con menos información de todas. No comprende el comportamiento de los que lo rodean, contrastando con la rebeldía propia de su edad. Nuestro protagonista es el epítome de un adolescente que, no bastando con eso, se vuelve el «centro de un mundo» que le es desconocido.

La dinámica de la personalidad de Harry en este libro guarda estrecha relación con el crecimiento de la presencia de Dumbledore. Ya no solo es el director comprensivo y sonriente, sino que se transforma en aquel que maneja completamente los hilos en la historia de Rowling. Todo lo que el protagonista desconoce es porque así lo ha decidido Dumbledore; por ende, toda la ansiedad y desesperación que acompaña a Harry es obra del director de su escuela; quien, además, se niega a darle la información que este ansía, ya sea de modo directo o indirecto.

(más…)

La cuarta espada – Santiago Roncagliolo

En el Perú de la segunda mitad del siglo XX, al igual que en el resto del países de América Latina, las ideas del comunismo «realmente» existente prendían como una alternativa política para enfrentar la pobreza e inequidades de sus sociedades. Muchos sostenían la propuesta teórica del camino al comunismo, pero pocos se atrevían a dar los pasos prácticos que ello significaba.

Sin embargo, en 1980, las alturas de un lejano pueblo ayacuchano, una de las zonas más pobres del país, un grupo de hombres y mujeres consideró que el momento de iniciar la lucha armada había llegado. Su líder así lo había decidido. Ese único hombre había señalado que la guerra contra el Estado peruano era el siguiente paso ineludible e impostergable en la revolución mundial.

Por: Jherson R. García

De acuerdo ciertos cánones comunistas, Karl Marx fue la primera espada del comunismo, fundador del «socialismo científico» brindó la interpretación de la realidad del capitalismo en la historia y señaló al comunismo como el destino de la humanidad. Lenin es la segunda espada: líder en el origen de la Unión Soviética, sostuvo la lucha de clases y la guerra contra el Estado burgués como medios para instaurar la dictadura del proletariado. Mao Zedong, por su parte, como la tercera de las espadas, determinó a la lucha de clases como una lucha armada, del campo a la ciudad, y a la guerrilla como el vehículo idóneo para la toma de lo que único que importaba: el poder. Marxismo, leninismo, maoísmo eran ciencias exactas, sin posibilidad de refutación.

Para el Partido Comunista del Perú – Sendero Luminoso, Abimael Guzmán Reynoso, «Gonzalo» como lo conocían, representaba la cuarta espada del comunismo. Sí, a ojos de los comunistas más radicales que ha visto nacer América latina, el «pensamiento Gonzalo» era el aporte del Perú a la revolución mundial. Las ideas de Gonzalo eran la guía para hacer la guerra contra el Estado peruano burgués y, en las increíbles mentes senderistas, se estaban transformando también en una ciencia exacta. El gonzalismo era lo próximo, y que no se hizo realidad por un error estratégico y táctico de los mismos comunistas.

(más…)

Harry Potter y el cáliz de fuego – J.K. Rowling

Y es en la cuarta entrega en la cual, Harry y sus amigos, comenzaron a sentir lo que era realmente enfrentar el mal de Voldemort en su verdadera dimensión.

Casi duplicando el número de páginas de su antecesora (en la versión en español), El cáliz de fuego representa un crecimiento vertiginoso en todos los aspectos. La saga deja atrás los relatos de niños para convertirse en uno más oscuro. No solo Harry, Ron y Hermione comienzan a hablar con palabrotas explícitas y comienzan a vivir lo que significa ser adolescentes (magos, pero adolescentes al fin); sino también, junto al resto de personajes, experimenta lo que significa la muerte: la primera muerte de esta serie de libros.

Por: Jherson R. García

Es imposible abrir este número de la saga de Harry Potter sin sentir el golpe del cambio. Desde la página uno, el lector comprende que la historia está tomando un rumbo distinto. Tomando algunos detalles que quedaron marcados en El prisionero de Azakaban, este número va a ahondar en tramas mucho más complejas. Ya no es solo Voldemort como único villano, sino la sensación de que el mal se expresa actos terribles, y que es compartido por un ejército de adeptos dispuestos a todo con tal de recuperar el poder que les fue arrebatado.

Si bien en anteriores libros ya se había tocado un poco del pasado entre los familiares de Harry, en esta entrega se puede conocer los efectos de aquel conflicto en toda la comunidad de magos de Inglaterra. Se comprende aún más el impacto que significó tener a un grupo de personas decididas a todo, incluso matar, con tal de hacer valer sus propias ideas. El drama de los Crouch o algunas trazos del pasado de Ludo Bagman se nos presentan como aquel contexto que, lejos de los personajes principales, nos permite comprender, junto a Harry y compañía, a qué nivel de maldad y perfidia se enfrentan.

(más…)

Historia – Julián Pérez

Un cuestionamiento a la historia oficial. Es eso lo que representa la novela de Julián Pérez. El relato familiar que se enfrenta a las grandes gestas de héroes en los voluminosos trabajos de historiadores y académicos. Una afrenta ante aquellos textos que llenan las aulas de las escuelas, contraponiéndolo con aquellas historias que, sin una sola página en el relato oficial, denotan las venturas y desventuras de personajes y hechos desconocidos, pero que resultan fundacionales de nuestra patria.

En las páginas de Historia hay una historia desconocida y real a la vez. El derrotero de hombres y mujeres que vivieron y murieron para hacer posible la realidad de su tiempo: constructores, para bien o para mal, de esa línea temporal de la cual hoy, nosotros, solo somos continuadores.

Por: Jherson R. García

En un páramo de las cercanías del río Pampas, en un Perú que ni siquiera sabía que existiría, Ildefonso Waranqa, el gran Puka-Toro, conoció a Petronila Maqerwa. Perseguido por las fuerzas realistas españolas, Puka-Toro encontró en esta pastora la oportunidad de poder sobrevivir a una persecución que buscaba su muerte. Maqerwa, a un precio altísimo, logra esconder al rebelde y, enamorada de él, lo invita a que pueda volver algún día para formar una familia, en ese duro pero hermoso lugar de la sierra del Perú.

¿Y existe algún libro que señale el esfuerzo de Waranqa y Maqerwa en la lucha por la independencia peruana? No. Ninguno de los dos es mencionado en escrito oficial alguno. Ese esa la motivación de Pérez al realizar este libro: mostrar la historia de una familia que, sin ánimos pretensiosos, pero con mucha voluntad y ansias, se envuelve de una manera u otra en los grandes eventos de la historia nuestro país: el proceso de independencia, la guerra con Chile, la formación de las grandes haciendas y la aparición del terrorismo.

(más…)