Tan magníficas que, aún hoy, nos resulta imposible imaginarlas e incluso, siquiera, creer que realmente existieron. Aunque reseñadas por aquellos que solo conocían el mundo alrededor del Mar Mediterráneo, están lejos de ser poca cosa. Tan maravillosas como increíbles, representan un desarrollo y avance perdido de una humanidad que, siendo la misma, se percibe tan distinta. No solo en técnicas o herramientas, sino también en pensamiento.

Por: Jherson R. García
Junto a las pirámides de Egipto, los jardines colgantes de Babilonia o las estatuas y templos de la Grecia antigua, Manfredi, tan acostumbrado como nos tiene a sus novelas históricas, nos presenta estos ensayos que ofrecen detalles tan curiosos como novedosos sobre los grandes maravillas de la antigüedad, además de una propuesta de octava maravilla en los desiertos de la actual Turquía.
Dejando a atrás preguntas como: ¿Se construyó una rampa de 2 kilómetros para poder transportar los bloques que erigieron las pirámides?, ¿qué tipo de propulsión fue la necesaria para elevar el agua hasta los jardines colgantes que existían en Babilonia?; o, ¿cómo se sostenía el Coloso de Rodas, evitando que se desmoronara inmediatamente le fueron retirados los andamios de soporte?, etc. Junto a todas estas interrogantes, destinadas a conocer qué técnicas y herramientas usaron los antiguos para realizar la ingeniería de estas obras, el autor nos propone imaginar un poco más sobre la organización y liderazgo necesario para hacer realidad estas monumentales infraestructuras.
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