Periodismo

La cuarta espada – Santiago Roncagliolo

En el Perú de la segunda mitad del siglo XX, al igual que en el resto del países de América Latina, las ideas del comunismo «realmente» existente prendían como una alternativa política para enfrentar la pobreza e inequidades de sus sociedades. Muchos sostenían la propuesta teórica del camino al comunismo, pero pocos se atrevían a dar los pasos prácticos que ello significaba.

Sin embargo, en 1980, las alturas de un lejano pueblo ayacuchano, una de las zonas más pobres del país, un grupo de hombres y mujeres consideró que el momento de iniciar la lucha armada había llegado. Su líder así lo había decidido. Ese único hombre había señalado que la guerra contra el Estado peruano era el siguiente paso ineludible e impostergable en la revolución mundial.

Por: Jherson R. García

De acuerdo ciertos cánones comunistas, Karl Marx fue la primera espada del comunismo, fundador del «socialismo científico» brindó la interpretación de la realidad del capitalismo en la historia y señaló al comunismo como el destino de la humanidad. Lenin es la segunda espada: líder en el origen de la Unión Soviética, sostuvo la lucha de clases y la guerra contra el Estado burgués como medios para instaurar la dictadura del proletariado. Mao Zedong, por su parte, como la tercera de las espadas, determinó a la lucha de clases como una lucha armada, del campo a la ciudad, y a la guerrilla como el vehículo idóneo para la toma de lo que único que importaba: el poder. Marxismo, leninismo, maoísmo eran ciencias exactas, sin posibilidad de refutación.

Para el Partido Comunista del Perú – Sendero Luminoso, Abimael Guzmán Reynoso, «Gonzalo» como lo conocían, representaba la cuarta espada del comunismo. Sí, a ojos de los comunistas más radicales que ha visto nacer América latina, el «pensamiento Gonzalo» era el aporte del Perú a la revolución mundial. Las ideas de Gonzalo eran la guía para hacer la guerra contra el Estado peruano burgués y, en las increíbles mentes senderistas, se estaban transformando también en una ciencia exacta. El gonzalismo era lo próximo, y que no se hizo realidad por un error estratégico y táctico de los mismos comunistas.

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Viajes con Heródoto – Ryzard Kapuściński

Viajar en compañía de otro, pero no de cualquier otro, sino con uno que se encuentra a más de un milenio de distancia temporal. En sus viajes por Asia y África, un joven Kapuściński se acompaña del padre de la Historia. En su labor de reportero de un mundo en proceso de descolonización, el periodista polaco se encuentra en paralelo con el esfuerzo de Heródoto de comprender el mundo conocido de su época.

Las barreras culturales e idiomáticas de los años 50 y 60 del siglo XX contemporáneo se contrastan con las (literalmente) murallas que existían durante los siglos V y VI de antes de nuestra era. Kapuściński se conmueve al ver el esfuerzo de un griego de la antigüedad por lograr ser el reportero de su tiempo. Un ejemplo que lo sobrecoge y lo envalentona en sus propios viajes y descubrimientos.

Por: Jherson R. García

Conocido como el padre de la Historia occidental, Heródoto de Halicarnaso es la primera persona conocida que intentó dar un relato razonado y estructurado sobre las hazañas y desventuras de su tiempo, así como de sus causas y antecedentes. Con una postura inconcebible antes de él, este griego de la antigüedad se preocupa en no tomar postura previa sobre los hechos acaecidos, sino en referir claramente las fuentes que refieren sus relatos y a las cuales, en la medida de posible, contrasta con otras narraciones que, a su vez, se ven salpicadas de sus propias impresiones, producto de visitas a los lugares evocados u opiniones generadas por el contacto con hombres y mujeres de todo el mundo mediterráneo de su época.

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El fin del «Homo sovieticus» – Svetlana Aleksiévich

¿Qué sucede cuando el mundo cambia por completo de la noche a la mañana? ¿Cómo afrontar una vida que a la mañana tenía un sentido y a la tarde, otro? ¿Puede el mundo cambiar en tan solo unas horas y volverse diametralmente opuesto? ¿Es posible que los valores que un día estaban en la cima de la moral, a la siguiente jornada se encuentren entre las peores cualidades posibles?

Svetlana Aleksiévich explora el último gran cambio de la realidad política mundial, a través de los hombres y mujeres que sufrieron y sufren, en calles y casas, el traumático cambio de su mundo. Aquellos ciudadanos que al alba pertenecían a la un país llamado Unión Soviética, y que a al atardecer, descubrieron que dicho país simplemente ya no existía.

Jherson R. García

El 26 de diciembre de 1991, el Sóviet Supremo declaró la disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Una aventura política que inició en 1917, con la Revolución Rusa liderada por los bolcheviques de Lenin, acababa con la firma de los líderes de las repúblicas que la conformaban. La gran superpotencia de oriente, la que se autoproclamaba pionera en el camino del mundo hacia el comunismo y el fin de la lucha de clases en la historia de la humanidad, había fracasado.

Aleksiévich aplica su estilo de «novela hablada» para recoger los testimonios de aquellos hombres y mujeres que experimentaron el traumático hecho de nacer en un país que de pronto dejó de existir. Personas que se reconocían soviéticas, pero que, de un momento a otro, simplemente dejaron de serlo. Un mundo de austeridad y valores que entronizaban un estilo de vida que, luego de los sucesos de diciembre de 1991, eran considerados errados y calificados de vergüenza.

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Plata como cancha – Christopher Acosta

Un libro que parecía no tener las luces suficientes para convertirse en un best-seller, de pronto se ve impulsado porque su protagonista decide entablarle un juicio al autor.

Si las expectativas de César Acuña pasaban porque nadie conociera el libro, pues logró todo lo contrario. El texto de Acosta, más allá del estilo, no significaba, ni por asomo, un éxito en ventas y difusión. El problema radica en la personalidad del protagonista, un empresario vuelto a la política que despierta poco o ningún interés real fuera de su zona de influencia primaria; pero que, parece, en el autorretrato que se ha fabricado, cree que sí lo tiene. Acuña es víctima y victimario de su propio ego.

Por Jherson Rubén García Danós

El libro que Acosta le dedica al político trujillano César Acuña no es sino la finalización de un largo seguimiento periodístico iniciado desde hace años por el autor. Una colección de notas, reportajes, crónicas y entrevistas que Acosta ha realizado o recogido de diversos medios de comunicación sobre las personas y situaciones que giran en torno a Acuña. En efecto, es más un dosier que un libro de nuevo cuño. Su valor no está tanto en lo novedoso de la información, ya que casi toda es recogida de otros medios (las informaciones confidenciales a los que señala acceder Acosta no hacen sino confirmar lo que dichas noticias señalaban. Salvo excepciones, reafirman más que aportan nuevos datos); si no en que, al estar todas juntas, se nos permite observar de forma ineludible las tendencias y comportamientos que el también empresario ha ido desarrollando a lo largo de su vida.

Acuerdos extrajudiciales; maniobras legales para aumentar su patrimonio; formas, cuando menos, discutibles para maximizar sus ingresos; entre otros, son parte de los comportamientos que se desnudan de Acuña. El autor señala, en más de una ocasión, que el acceso a una cantidad considerable de recursos monetarios permiten que Acuña se coloque por encima de los procedimientos regulares que se siguen en la justicia peruana. Como el mismo autor señala, «si César Acuña no fuera rico, estaría, muy probablemente, preso».

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