Harry Potter y la piedra filosofal – J. K. Rowling

En una de las calles típicas de Londres, bajo las escaleras de la casa de sus aborrecibles tíos, un huérfano descubrirá que es el mago más famoso del mundo. Una realidad que trascenderá las páginas de sus libros y se convertirá en realidad. Un cuento que se transformó en una de las referencias ineludibles de la cultura del los años 2000.

A pesar de los rechazos iniciales, J.K. Rowling persistió en la idea de un mundo mágico que convive en paralelo con el mundo real (no mágico), permitiendo que la imaginación de cientos de niños y adolescentes disfruten imaginando que la magia existe, tan cerca como es posible. Tan cerca que puede ser real.

Por: Jherson R. García

Lo primero que uno puede notar cuando lee el primero de los libros de Harry Potter es el tono superinfantil en el que está escrito. A estas alturas, habiendo visto las películas y entender cuál será el final de la saga, uno se asombra de notar el estilo, diálogos y ritmo tan elemental que tiene la historia. No es que uno la rechace por ello; por el contario, uno se ve atraído a continuar con cada uno de sus capítulos. Pero, justamente por ello, resulta grato como un cuento de niños puede sembrar las semilla de la curiosidad y rescatar valores tan apreciables que nos permiten disfrutar la lectura y pedir más.

Evidentemente, existe una idea manida como inicio de la historia, un inicio que es tan sencillo y hasta ingenuo que, en opinión mía, arrastrará un basamento muy débil en las siguientes entregas. Cuál cuento clásico, Harry es un niño huérfano que vive en la casa de sus desalmados tíos, su única familia. Tan malvados son sus tíos que lo obligan a vivir en el agujero bajo la escalera, usar ropas andrajosas, obligarlo a cocinar (¡con tan solo 10 años!) y nunca celebrarle un cumpleaños. Para encontrar a alguien que pueda vivir peor que el pequeño Potter habría que buscar entre las princesas de Disney de los años 40.

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La nación radical – José Luis Rénique

¿Es el Perú una nación de ideas radicales? ¿Es la sociedad peruana proclive a una cíclica manifestación de desbordes populares violentos? ¿Qué subyace en ese conjunto de estallidos sociales que, cada cierto tiempo, aparecen en el Perú como una cadena de episodios impactantes y hasta sangrientos que parecen no tener fin?

José Luis Rénique ha realizado una compilación de ensayos, artículos y resúmenes (muchos de ellos inéditos) que se configuran como la historia de aquella idea de «nación radical». Un conjunto de explicaciones que, conectadas por este concepto, denotan el derrotero del radicalismo en el Perú y nos permiten comprender, en parte, los dramas y tragedias que aún hoy acompañan a este país andino.

Por Jherson R. García

Desde su configuración como nación independiente, cada cierto tiempo en el Perú se producen violentos estallidos sociales. Cientos de pérdidas humanas que, en conjunto con las económicas, son la principal consecuencia de un círculo vicioso que parece no tener fin. No importa cuantas veces el contexto internacional ofrezca ejemplos de superación de problemas nacionales intrínsecos, en el Perú (como en la mayoría de países de la región) los conflictos entre las distintas clases sociales y económicas parecieran no superarse jamás. Aunque con tamaños y alcances variados, estos conflictos reflejan la enorme fractura nacional que acompaña a los peruanos, quienes parecen incapaces de reconocerse como iguales entre sí.

Es en este sentido que Rénique nos invita a repasar las más importantes expresiones de radicalidad que, con base en este grito por la inclusión, acompañan a este país desde su nacimiento. Desde la experiencia de Juan Bustamante durante el movimiento indígena de Huancané a fines del siglo XIX, hasta las expresiones de violencia criminal llevadas perpetradas por el grupo terrorista de Sendero Luminoso. Agrupado en seis secciones, el texto nos ofrece una visión de estas ideas radicales que buscaban «incendiar la pradera».

Cada idea con distinto objetivo político, pero todas fundamentadas en el mismo combustible: la ansias de visibilidad e integración real de la gran población indígena y mestiza que es parte del país, y que se siente excluida en su desarrollo y mejora de la calidad de su vida.

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Expiación – Ian McEwan

La mente y el ego de una niña que, en su intención de razonar como adulta, confunde una situación y causa una desgracia en su propia familia. El ego creciente de una personalidad que insiste en afirmarse como madura, a partir de una conclusión propia y que, al intentar imponerla, trae tormento y drama a más de un ser querido.

Compleja en su primera parte, la novela de McEwan se va explicando a sí misma a lo largo de la narración. Tal cual el título del libro, el texto nos muestra una expiación tanto de la protagonista como del mismo relato, al punto de que los embrollos expresados en sus primeras páginas terminan encontrando una lógica dramática en los capítulos que les suceden.

Por: Jherson R. García

En los albores de la Segunda Guerra Mundial, Briony Tallis, la hija menor de una familia inglesa de clase alta, insiste en sentirse una mujer adulta a sus trece años. Con base únicamente en el gusto por la lectura y su vocación de escritora, y a partir de sus propias deducciones y razonamientos para comprender y crear personajes en sus obras teatrales (un simple juego para el resto de su familia), se autoconsidera madura para entender las relaciones entre los seres humanos y así determinar sus comportamientos y prever sus acciones. Por ello, califica a los demás de una manera muy fácil y resolutiva, sin pensar en las consecuencias que ello puede provocar.

Es a partir de esto que se comienza a tejer el drama familiar que los Tallis vivirán cuando Briony, no solo confunda una situación románica y pasional con un intento criminal; sino también, lo extrapole a un crimen real, provocando la división completa de la familia a partir de su insistencia al señalar que su visión de lo acontecido era una verdad inexcusable. La menor de los Tallis no solo mandará a prisión a Robbie Turner, un amigo (casi hermano) de la familia; sino que producirá que Cecilia, su hermana, enamorada de Turner, decida romper relaciones con su núcleo familiar al darse cuenta de que era la única que tomaba el relato de Briony como un imposible.

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Confesiones de Tamara Fiol – Miguel Gutiérrez

Un periodista de guerra extranjero llega a una Lima aún acosada por el terrorismo. Tras un reportaje que causó sensación, nuestro cronista queda embelesado por la historia de amor/odio de una antigua militante comunista con un extraño y ególatra personaje del momento.

Aunque algo confusa, Gutiérrez intenta contar la historia de una mujer compleja en un escenario aún más complejo, atrapada en una relación que hoy llamaríamos tóxica. Un vínculo que la trastorna no solo en lo emocional, sino que llega incluso a la afectación física.

Por: Jherson R. García

A Morgan Scott, periodista de guerra estadounidense, no le pareció suficiente el reportaje que realizó sobre las mujeres de Sendero Luminoso, el grupo terrorista que asoló el Perú en los años 80 e inicios de los 90. Atrapadas en sus blindadas corazas mentales, Morgan sitió una ausencia de humanidad que no le parecía real. A través de referencias, buscó a Tamara Fiol, una conocida militante de grupos de izquierda radical que, ahora en muletas, fue mencionada como un personaje femenino diferente, como una mujer de convicciones prácticas y actitudes resolutivas, y que, aparentemente, perdió el norte de su lucha debido a una relación amorosa con el desagradablemente extraño Raúl Arancibia.

La historia de Gutiérrez es sumamente ambiciosa. Intenta mostrar a un personaje femenino complejo, de ideas fuertes y con un pasado que ella misma convirtió en legendario. Una mujer liberada de torpes ataduras morales y preocupada por disfrutar de la vida, a la vez de estar comprometida con las luchas sociales de su tiempo. Aunque atrapada en las estériles conflictos ideológicos de la izquierda de su tiempo (comunistas contra anarquistas, pro moscovitas contra pro pekineses), Fiol es un fiel y pragmática cuadro revolucionario que, sin embargo, encuentra un punto de quiebre al dar con Arancibia. Todo ello, contando desde el punto de vista de Morgan Scott, nuestro neoyorquino corresponsal en el Perú de aquel tiempo.

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