Fantasía

Harry Potter y la piedra filosofal – J. K. Rowling

En una de las calles típicas de Londres, bajo las escaleras de la casa de sus aborrecibles tíos, un huérfano descubrirá que es el mago más famoso del mundo. Una realidad que trascenderá las páginas de sus libros y se convertirá en realidad. Un cuento que se transformó en una de las referencias ineludibles de la cultura del los años 2000.

A pesar de los rechazos iniciales, J.K. Rowling persistió en la idea de un mundo mágico que convive en paralelo con el mundo real (no mágico), permitiendo que la imaginación de cientos de niños y adolescentes disfruten imaginando que la magia existe, tan cerca como es posible. Tan cerca que puede ser real.

Por: Jherson R. García

Lo primero que uno puede notar cuando lee el primero de los libros de Harry Potter es el tono superinfantil en el que está escrito. A estas alturas, habiendo visto las películas y entender cuál será el final de la saga, uno se asombra de notar el estilo, diálogos y ritmo tan elemental que tiene la historia. No es que uno la rechace por ello; por el contario, uno se ve atraído a continuar con cada uno de sus capítulos. Pero, justamente por ello, resulta grato como un cuento de niños puede sembrar las semilla de la curiosidad y rescatar valores tan apreciables que nos permiten disfrutar la lectura y pedir más.

Evidentemente, existe una idea manida como inicio de la historia, un inicio que es tan sencillo y hasta ingenuo que, en opinión mía, arrastrará un basamento muy débil en las siguientes entregas. Cuál cuento clásico, Harry es un niño huérfano que vive en la casa de sus desalmados tíos, su única familia. Tan malvados son sus tíos que lo obligan a vivir en el agujero bajo la escalera, usar ropas andrajosas, obligarlo a cocinar (¡con tan solo 10 años!) y nunca celebrarle un cumpleaños. Para encontrar a alguien que pueda vivir peor que el pequeño Potter habría que buscar entre las princesas de Disney de los años 40.

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22.11.63 – Stephen King

Viajar en el tiempo. Un sueño, una fantasía, uno de esos deseos inconmensurables de la humanidad. Retroceder, cambiar un hecho, cambiar nuestra vida, la vida de los demás. Saber qué hubiera sucedido si, en determinado momento, hubiéramos tomado tal o cual decisión. Un anhelo que Stephen King delinea de manera interesante y envolvente en su cuidada versión de aquel anhelo.

Revisemos juntos algunos detalles sobre la historia del profesor Jake Epping tratando de cambiar la vida de algunos (y luego todos) estadounidenses de finales de los 60 e inicios de los 70. Veamos su intento de salvar a John F. Kennedy.

Por: Jherson Rubén García Danós

El 22 de noviembre de 1963, a las 12:30 horas, durante una visita oficial a la ciudad de Dallas (Texas), el trigésimo quinto presidente de los Estados Unidos de América, John Fitzgerald Kennedy, recibió varios impactos de bala que terminarían con su vida minutos más tarde. En la efervescencia de la Guerra Fría, es uno de los magnicidios más famosos de la Historia Universal.

Durante años se ha especulado acerca de cómo hubiera sido la historia del mundo si JFK no hubiera muerto. Si su talante y carisma habrían resultado suficientes para evitar la guerra de Vietnam o descongestionar la rivalidad con la Unión Soviética. Su muerte, tan espectacular como escandalosa, trajo consigo una retahíla de teorías de la conspiración por parte de aquellos que, con ciertas bases, se niegan a creer que una sola persona pudiera haber acabado con la vida de uno de los hombres más poderosos de su tiempo. Ojo, no decimos que las teorías sean válidas (o, incluso, medianamente racionales); sino que las mismas se basan en supuestos entendibles. ¿Cómo es posible que Lee Harvey Oswald, un don nadie con ínfulas de grandeza, lograra solitariamente cambiar el rumbo de su tiempo?

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El señor de los anillos: el retorno del Rey. – J.R.R. Tolkien

Esperanzador e inspirador. La tercera y última parte de la más grande historia de fantasía del siglo XX nos regala un desenlace cargado de epicidad y heroísmo. Las historias de amistad y entrega hacia la causa encuentra en las últimas páginas de la obra de Tolkien un final espectacular.

Por: Jherson Rubén García Danós

Es difícil para nosotros pensar en que El señor de los anillos es un libro único. Que la división en tres partes fuera un tema editorial antes que una decisión del autor. Sin embargo, esta característica ha permitido una serie de formas de lectura que enriquecen el disfrute de esta epopeya fantástica del siglo XX.

Dividir la lectura de cada uno de los volúmenes de forma aislada permite denotar de forma concreta como se dibuja la historia en tres tiempos distintos. Mientras que La comunidad del anillo inicia con la emoción por ser parte de una difícil e importante misión pero que cae en la contradicción y desesperación al denotar lo difícil que resulta llevarla a cabo; Las dos torres, por su parte, reclama la profundización de esa contradicción en el interior mismo de cada uno de los personajes, clavándose de forma insistente más en sus miedos más escondidos. El retorno del rey, en cambio, dibuja la superación de aquel miedo en virtud de la motivación y empuje de los amigos. Ya no importa seguir adelante por uno mismo, sino, únicamente por aquellos que aún confían y creen en ti.

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