La traición de Roma – Santiago Posteguillo

En el final de sus días, Publio Cornelio Escipión, Africano, observará el paso de una vida entregada a una ciudad que le dará la espalda en sus últimos años. Uno de los más famosos generales de la antigua República Romana quedará impactado ante la mezquindad de sus políticos, la cobardía del pueblo y sus propias debilidades humanas, las cuales le arrebatarán su más preciado sueño y deseo: ser reconocido como un grande en vida.

La traición de Roma es una novela del ocaso. Inicia en el punto más alto de la vida de un ser humano (al menos desde la perspectiva de un político y militar romano de la época) y concluye con el inesperado fin de una existencia a punto de ser olvidada. Pasar de ser el hombre más fuerte del mundo, a luchar con fantasmas de otra época, de un mundo que gira y olvida a todo y a todos, sin importar el peso las acciones ni el ego de sus autores.

Por: Jherson R. García

Triunfo es la palabra que usamos hoy para referirnos al logro de nuestros esfuerzos, a la apoteosis de nuestros más dedicados sueños y el trabajo incansable para alcanzar alguna meta personal, profesional, artística o deportiva. La palabra triunfo nos ha llegado del latín triumphus, la máxima condecoración que el senado y el pueblo de Roma otorgaban a un general victorioso. Un desfile por el centro de la Urbe más grande del mundo antiguo, en el cual sus generales eran considerados casi a la par de los dioses y ovacionados por un gentío que vibraba de emoción al ver a aquellos héroes de batallas legendarias. Prohombres por encima de cualquier otro.

En un triunfo volvió Publio Cornelio Escipión de su campaña contra Cartago. Había derrotado a Aníbal Barca, el más letal y terrorífico de los enemigos que Roma había conocido hasta la fecha. Tras la batalla de Zama, Escipión retornó como ningún otro romano había vuelto tras una guerra, acompasado de los gritos embelesados de un pueblo que había sufrido la peor de las guerras. «Cónsul por siempre», «dictador vitalicio», «rey de los romanos», se podía escuchar a lo largo de la Vía Sacra. Tal poder e influencia tenía Escipión que hizo temer a otros patricios de la Ciudad Eterna, a otros que temían que uno de ellos destacará por encima del resto, a otros que temblaban ante la idea de que existiera un nuevo rey de los romanos, a otros que no soportaban el éxito de un hombre que había demostrado inteligencia, resiliencia y magnanimidad en la batalla. De esos otros, ninguno como Marco Porcio Catón, el real enemigo del Africano.

Posteguillo vuelve al estilo de la primera entrega de esta trilogía, cruzando arcos narrativos que permiten encontrar paralelismos y contrastes entre los personajes de esta historia. La trama de Escipión se compara constantemente con la de Aníbal; y, lo que le sucede a uno, se vuelve premonitorio de lo que le ocurrirá al otro. Uno siendo cónsul y el otro sufete, ambos con una lectura audaz sobre las reales necesidades de sus pueblos, pero incapaces ante una oposición más fuerte que cualquier ejército que hayan enfrentado: la traición y deslealtad de sus propios políticos. Porque no serán ellos los que se derroten mutuamente, sino el Senado romano y el Consejo de Ancianos cartaginés quienes pondrán todo el empeño (ausente cuando se trataba de apoyar a sus generales) por destruir el amenazador liderazgo de estos hombres fuertes en sus propias ciudades.

Poco a poco uno va dando cuenta de las grietas que existen en la vida de ambos guerreros. Aníbal, sin más lealtad que la de su esposa, y un puñado de hombres valerosos; y un Escipión que, incapaz de controlar su carácter, no logra influir como quisiera en su propia familia. A través de sus hijos, sobre todo en su único hijo varón y en la menor de sus hijas, el gran general romano descubre sus propias debilidades: la sobre exigencia por sobre el mismo límite y el intento de controlar la vida de los que lo rodean.

Escipión comienza a dejarse enajenar por sus propios impulsos. Él, el más grande y brillante de los militares y políticos que ha visto Roma, es constantemente acosado por Catón y sus lambiscones seguidores. Incluso luego de ir y vencer en Asia con el apoyo de su hermano, no puede evitar los cuestionamientos absurdos hacia lo que considera nimiedades si se compara con los grandes aportes y victorias que le ha dado a la Ciudad Eterna. Esos impulsos son los que finalmente juegan en su contra y lo hacen una presa predecible para la estratagema de Catón. Es el arrebato de Publio lo que facilita llevarlos al límite de poder condenar a toda su familia y amigos leales a la peor de las desgracias: el olvido.

Aunque el inicio puede causar ciertas dudas al lector, al verse nuevamente rodeado de tantos personajes e historias, el texto rápidamente se vuelve cómodo y llamativo. Las tramas van encajando de forma que la tensión se mantiene en picos de angustia que escalan de manera progresiva y explotan en el momento indicado, cruzando la mayor parte de los arcos argumentales en un suceso inevitable y que será determinante para la historia de la familia del protagonista. Posteguillo siempre logra que sus capítulos sean cortos, en su mayoría (con excepción de las batallas, por demás magistralmente narradas), facilitando no perder el hilo de tantas historias; brindándonos información puntual que no resta mérito a la narración, sino que la hace precisa y exacta en todo momento, sin que ello afecte el interés hacia aquello que sucede. Esto hace que una novela tan larga en extensión pueda ser leída en todo momento y en todo lugar, como un gran banquete que se come y disfruta bocado a bocado.

Sin lugar a dudas, la historia del Africano ha encontrado en la pluma de Posteguillo una oportunidad para renacer. Un camino que lleva a este gran general de la antigüedad a un mundo moderno que tanto se parece a aquella Roma de su tiempo, que aún hoy nos marca con sus formas y estilos, que aún hoy crea y destruye a sus propios héroes; porque, si hay algo que el mundo occidental sigue siendo, es que sigue siendo Roma.

La cita

«Envuelto por todas las miradas, Publio recordaba las palabras de Aníbal en Éfeso, palabras que en su momento, cuando las escuchó, le parecieron carentes de sentido. «Administrar con justicia el dinero de otros es fácil si se quiere, lo difícil es administrar el dinero propio de forma apropiada». Por quinientos talentos. Por quinientos malditos talentos.»

109. Un pacto de sangre.

Contexto: Escipión está en el trance de una negociación para salvar su vida y la de su familia, y entiende que debe realizar sacrificios que no quiere hacer, por ser muy cercanamente afectivos. En ese momento recuerda las palabras de quien fuera su más grande rival en batalla. Entiende por fin sus palabras: es fácil decirle a otros qué hacer y qué sacrificar, pero es complicando hacerlo con uno mismo y con aquellas cosas que realmente ama.

Datos del libro

  • Nombre original: La traición de Roma.
  • Autor: Santiago Posteguillo (España).
  • Edición original: Ediciones B, 2009.

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