Conversación en La Catedral – Mario Vargas Llosa

Título original: Conversación en La Catedral
Autor: Mario Vargas Llosa
Edición original: Madrid, Seix Barral, 1969
Edición revisada: Madrid, Santillana, 2005

conversacionCautivadora, intensa, trepidante. A cincuenta años de su primera edición, la novela que más le ha costado [en sus propias palabras] a Mario Vargas Llosa se presenta como un texto formidable. Tan total que parece abarcar la historia del Perú. «¿En qué momento se jodió el Perú?» se ha transformado en una frase icónica de nuestra cultura y en Zavalita fluye un país que se enfrenta a el camino de las naciones que inician un despegue que jamás levanta vuelo.

La historia de la conversación entre Santiago Zavala y Ambrosio Prado en un bar de mala muerte de Lima de los años 60 y que intercala recuerdos de décadas anteriores; específicamente, la vida de ambos durante la dictadura de Manuel A. Odría, enmarca un gran mosaico de su tiempo. Vargas Llosa fiel a su estilo intenta demostrar cómo la política puede influir en todas las capas de la sociedad de un país, penetrando hasta lo más profundo de la vida privada de los individuos.

La lectura fluye sin problemas desde el inicio y uno va a recorriendo a partir de la vida de Santiago los diversos matices de un país disonante, desde su infancia en un familia pudiente de un barrio miraflorino hasta la pobreza de los personajes oriundos de Chincha o Pucallpa. La ciudad; en especial Lima, se vuelve un personaje en sí mismo que brinda a los protagonistas de la historia escenografías perfectas para el desarrollo de los hechos.

Leer y releer [como ha sido mi caso] resulta cada vez una en una experiencia vivencial única. Uno encuentra en los vericuetos de don Fermín Zavala, Cayo Bermúdez o Amalia una parte de sí mismo y una parte de la historia del Perú. La novela parecer recorrer con profundo detalle las contradicciones de una sociedad que busca constantemente echar la culpa de sus desgracias al otro, sin dar cuenta que los amarres que impiden su desarrollo se encuentran en cada uno de sus ciudadanos: en nosotros mismos.

El primer libro de Vargas Llosa que alguna vez leí [en el lejano 2008] y en cuyo repaso he visto mi propio crecimiento personal. Pasar de sentirme identificado con el Zavalita universitario de antes a verme reflejado en el Zavalita conturbado de hoy demuestra que la pluma de Vargas Llosa empatiza siempre con el lector de alguna u otra manera. Conversación en La Catedral es sin duda toda una obra maestra.

Una recomendación adicional es leer el libro con un mapa de Lima [sobre todo del centro histórico] y ver lo real de las calles y lugares en donde ocurren los hechos y, si es posible, visitarlos personalmente.

LA CITA

“Se había acordado de algo que le dijo Trifulcio esa noche, la víspera de su partida a Lima, cuando caminaban a oscuras: estoy en Chincha y siento que no estoy, reconozco y no reconozco nada. Ahora entendía lo que había querido decirle. Había merodeado todavía por otros barrios: el colegio José Pardo, el Hospital San José, el Teatro Municipal, habían modernizado un poquito el Mercado. Todo igualito pero más chiquito, todo igualito pero más chato, solo la gente distinta: se había arrepentido de haber ido, niño, se había regresado esa noche jurando no volveré. Ya se había sentido bastante jodido aquí, niño, allá ese día además de jodido se había sentido viejísimo. ¿Y cuando se acabara la rabia se acabaría tu trabajo en la perrera, Ambrosio? Sí, niño. ¿Qué haría? Lo que había estado haciendo antes de que el administrador lo hiciera llamar con el Pancras y le dijera okey, échanos una mano por unos días aunque sea sin papeles. Trabajaría aquí, allá, a lo mejor dentro de un tiempo habría otra epidemia de rabia y lo llamarían de nuevo, y después aquí, allá, y después, bueno, después ya se moriría ¿no niño?”

Parte Cuatro. Capítulo VIII, pp. 733-734

Contexto: Ambrosio había intentado regresar a su natal Chincha con el fin de poder tratar de reencontrarse consigo mismo, con su propia identidad. Al volver se da cuenta todo lo que ha cambiado y entiende que no se puede volver atrás, que la vida pasa por uno y las experiencias dejan huellas imborrables, que el pasado no es algo que vuelva a suceder otra vez. Ambrosio se da entiende ello y se enfurece consigo mismo; aunque, fiel a su estilo, asume pasivamente que solo la muerte queda por esperar.

En un principio pensé que ninguna cita era mejor que el inicio del libro. Aún lo sigo pensando. Sin embargo, por lo manido que se ha vuelto la cita decidí optar por el otro extremo y tomar la no muy manoseada pero igual impactante [al menos para mí] último párrafo del libro.

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Escrito por: Jherson Rubén García Danós

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