Los Incas – Waldemar Espinoza Soriano

Enclavados en los Andes centrales de Sudamérica, la nación Inca inició como una pequeña etnia que conquistó, en poco tiempo, una extensión tan grande territorio que su historia y organización siguen cautivando al mundo entero. Desde su arquitectura legendaria en la llaqta de Machu Picchu hasta los indescifrables quipus, el Tahuantinsuyo representa un logro casi inexplicable y una fuente de inspiración constante para América Latina y el mundo entero.

Por: Jherson R. García

Cuando uno revisa un libro de historia de la América precolombina, es imposible no maravillarse con los sistemas de organización y desarrollo que fueron elaborados, de forma autónoma, por pueblos como los aztecas, mayas o incas. Al visitar los paisajes mágicos de los Andes centrales, uno se pregunta ¿cómo pudieron los hombres y mujeres de aquel tiempo concebir un sistema político y social que les permitiera sostener una propuesta cultural tan compleja que aún hoy nos impacta?

Al respecto, la propuesta del historiador peruano Waldemar Espinoza es ampliamente aceptada en la actualidad por diversos estudiosos en la materia, aunque (increíblemente) sigue siendo desconocida para la mayoría de los sudamericanos de a pie. Los incas en casi ningún sentido fueron originales en su propuesta política, social, económica o cultural. El pueblo asentado en el Cuzco fue lo que se denomina un Estado sintetizador, una amalgama que representa la evolución más alta de toda la historia anterior de la región andina. Los incas no crearon su gran imperio de la nada, sino a partir de la adaptación de las relaciones comunitarias existentes entre los diversos pueblos que ya vivían en la agreste geografía del poniente en la América meridional.

Espinoza propone, en este clásico libro, no solo una historia política del Tahuantinsuyo, cuyo punto más destacado es el énfasis en la vocación incaica por restaurar el antiguo reino de Tapicala (Tiahuanaco), de donde decían provenir; sino también, revisa y comenta sobre los complejos sistemas de crecimientos y organización que aplicaron para garantizar su existencia en el tiempo, entre ellos, el impulso constante por una expansión territorial a costa de pueblos potencialmente peligrosos. Esta idea fue lo que los llevó a una continua y agresiva práctica guerrera, que encontró a su más grande exponente en Pachacútec Inca, el noveno soberano de este pueblo.

Junto con la expansión territorial, los incas tuvieron que enfrentar el crítico tema de la administración de tan disímil territorio, no solo geográficamente (desde las arenas del desierto costeño hasta las frías punas de los Andes y los calurosos bosques de la selva alta) sino también culturalmente. Chancas, huancas, collis, chimúes, chachapoyas, lupacas o cañaris, los pueblos que se adhirieron al Cuzco, trajeron nuevas formas de ver el mundo y, además, novedosas prácticas que perfeccionaban las ya conocidas por el incanato. Una economía básicamente agraria, impulsada por el trueque de productos y la fuerza de trabajo, se vio llevada una escala nunca antes vista al abarcar casi 2.5 millones de kilómetros cuadrados y encontrarse fuertemente centralizada en una ciudad como el Cuzco, otrora capital del incanato. Sin una idea de moneda o de uso de los metales como medio de intercambio, los Incas organizaron un gran sistema socioeconómico con base en las relaciones preexistentes en la zona y un enfoque fuertemente pragmático.

Sin embargo, curiosamente, esa falta de innovación, tan útil para que los pueblos andinos se adhieran rápidamente al Tahuantinsuyo, terminaron por jugar un papel clave en su desaparición. En menos de un siglo, los Incas ocupaban un territorio enorme, pero cuya unidad era endeble. Los cuzqueños recién habían comenzado ese lento proceso de unificación ideológica, presentándose como un pueblo elegido y civilizador (intentando negar con ello gran parte del pasado andino) con la misión de conquistar por la razón o la guerra a toda cultura que encontrarán en su camino. A la llegada de los españoles, los frescos recuerdos del poder fueron avivados por los conquistadores entre los muchos curacas que añoraban la destrucción de la etnia Incaica. Ni siquiera entre los mismos señores del Cuzco podía ponerse de acuerdo sobre qué rumbo político seguir, enfrascándose en una guerra civil que hizo más sencilla la tarea de Pizarro y compañía.

Con este texto, Espinoza ofrece un curso completo de lo que significó el más grande estado andino precolombino que haya existido. Una obligación de comprender esta civilización, simiente de países como Perú, Bolivia y Ecuador, entre otros, y cuyas formas de organización nos pueden mostrar grandes respuestas a sus problemáticas de las naciones latinoamericanas de hoy.

La cita

«La etnia Inca y muchas otras de su tiempo en el Tahuantinsuyo realmente no aportaron casi nada. No inventaron, ni descubrieron, ni crearon cosa alguna. Lo que hicieron fue recoger la herencia espiritual y material de un largo pasado, desde Chavín en adelante. Cuando emergió la etnia inca, y fundó el Imperio del Tahuantinsuyo después, todas las artesanías, tecnologías y creencias ya estaban inventadas, experimentadas y desarrolladas hasta su más perfecta expresión. Por eso, hablar de cualquier cosa (tenencia, clases, instituciones, ideologías, artesanías, arte, tecnologías, etc.) atribuyéndolas a ellos es un error. El mérito de la etnia Inca es que supo aprovechar costumbres, conocimientos y técnicas anteriores, logrando restablecer un Estado imperial que, de haber funcionado algunos siglos, tal vez abría acabado unificando el espacio andino de forma definitiva, cosa que, parece, tampoco alcanzaron los Estados imperiales precedentes (Huari y Puquina/Tiahuanaco)»

Capítulo 12. La tradición andina. Literatura, historia y ciencia.

Contexto: Espinoza trata de mostrar que los avances científicos de los Incas no fueron tanto por innovación auténtica, sino por sistematización de aquello que ya era de uso común en los Andes. Para el autor, los incas son sintetizadores pragmáticos del mundo que conocieron. Ese es su gran logro dentro de la civilización andina y su aporte a la historia de la humanidad.

Datos del libro

  • Nombre original: Los Incas. Economía, sociedad y Estado en la era del Tahuantinsuyo.
  • Autor: Waldemar Espinoza Soriano (Perú)
  • Edición revisada: Ediciones Inkamaru, La Paz – Bolivia (2012), con base en la edición de Amaru Editores (1987), Lima – Perú.

Puedes descargar el libro en versión PDF haciendo clic aquí.

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