Un mundo para Julius – Alfredo Bryce Echenique

Un relato que resulta casi una ensoñación. Un niño peruano de mediados del siglo XX descubre el mundo que lo rodea. El clasismo, racismo, frivolidad e incomprensión de una sociedad que parece incapaz de crear vínculos reales y auténticos entre sí.

Julius es un prospecto de hombre en busca una explicación sobre aquello que vive. Cargando una mochila de preguntas con respuestas mayormente esquivas, intenta comprender el mundo a la vez de sobrevivir y encajar en aquella burbuja de comodidades y automatismos, mientras comienza a descubrir aquellas grietas que le descubren de a pocos la realidad.

Por: Jherson Rubén García Danós

Durante la primera mitad del siglo XX en el Perú (así como otros países de la región) se marcaba quizá un momento de gran diferencia de clases. Las grandes familias de las ciudades más importantes (Lima, en el caso del Perú) vivían en una burbuja impenetrable que los hacía mirar únicamente hacia Europa y los Estados Unidos, antes que a su propia realidad circundante. Los otros, los que no tenían, los que trabajaban para ellos, los que vivían en los arrabales o invasiones, eran eso: los otros; y como otros, solo eran parte necesaria del paisaje diario de sus vidas: la cocinera con los platillos a la hora del almuerzo, el chofer siempre listo a prender el auto o la lavandera únicamente con las camisas blancas a la hora de salir. ¿Si eran más que eso o no? Era una duda que nadie tendría por qué aclarar.

El mundo de Julius era ello. Una devenir entre dos espacios que conviven, pero que raramente se tocan. El de una familia que, sin problemas de dinero, se encuentra ensimismada en conflictos mayormente frívolos y con soluciones aún más desencajadas; y, por otro lado, el de una servidumbre cuya necesidad les crea una relación de dependencia hacia sus patrones, y cuya convivencia los hermana hacia problemas similares. Julius es el único que representa un nexo real entre ambos mundos: un hijo triste y desesperantemente melancólico para unos, y el niño alegre, empático y sumamente impresionable para otros.

Solo Julius no se entiende. Únicamente Julius no logra ubicarse en ese entramado de universos que conviven en el mismo espacio. Su hermana, quizá la única con la que compartía aquella conexión, muere tan pronto que marca en Julius esa soledad que definirá su devenir. Ser casi invisible para su familia y ser prácticamente todo para la servidumbre.

No es que la familia de Julius sea mala, es que simplemente su concepción del mundo está encajada en un halo de fantasía que los hace tomar decisiones que, siendo para ellos normales, desde fuera se ven tan torpes como desprovistas de una lógica y hasta moral aceptable. La madre de Julius, no enfrenta, sino que huye de los problemas tanto psicológica como físicamente. El padrastro no resuelve ningún entuerto, solo pone dinero para que dejen de molestarlo y poder seguir con su propio estilo de vida. Los hermanos no crecen asimilando los retos y golpes que les trae la vida, sencillamente esperan que todo pueda ser resuelto por la chequera familiar mientras se dedican a disfrutar y esperar, tarde o temprano, la herencia que les tocará administrar.

Mención aparte está Vilma. La nana de Julius, que a sus ojos infantes, es un ángel que lo comunica con el mundo exterior, la que traduce y explica todo aquello que sucede a su alrededor. El ángel que pierde por un incidente que, nuevamente, su familia resuelve únicamente con dinero, cerrando el círculo de la obra con una revelación que destroza la imagen del niño que comienza a entrar en la adolescencia.

Un mundo para Julius es una crítica de la sociedad limeña de mediados del siglo XX, pero también es el reflejo del mundo dividido que se vivía (¿y se vive?) aún hoy en dicha ciudad. Una pintura delicada, sutil e irónica de un mundo de burbuja, desconectado del mundo real, a los ojos de un niño que intenta a aprender a encajar.

La cita

«Susan sí vino a la repartición de premios y no supo qué decir, ni mucho menos qué cara poner al enterarse de que Julius era primero de su clase y por eso lo estaban llamando a cada rato para colgarle otra medalla. Le llenaron el uniforme blanco de medallas. Las monjitas le tocaban la cabeza cada vez que venía por una más. Susan pensó que una que la miraba odiándola podría ser la mamá de Lange y deseó que la tía Susana estuviera a su lado para acompañarla en tan difícil trance. Pero estaba sola y todos ahí sabían que era la madre de Julius y la miraban sonriente, esperando encontrar en ella a una mujer llena de orgullo. Por su puesto, no faltó quien pensara, hasta se comentó en voz baja, que no se merecía un hijo como Julius, que era frívola y casada dos veces, la segunda con un don Juan que, a lo mejor, hasta la engañaba. Pero la verdad es que muchas ahí hubieran querido ser la esposa de Juan Lucas; (…)»

El colegio

Contexto: Susan, la madre de Julius, no tiene ni la menor idea de cómo le va a su hijo en el colegio y, cuando va a la entrega de premios de fin de año, no encuentra razón a que se llene de tantos premios. Incluso no dirige su pensamiento hacia lo bueno que puede estar haciendo Julius, sino al peso de la opinión que otros padres tienen sobre ella. Estos otros padres, tampoco reaccionan sopesando los logros de Julius, sino criticando la vida de su madre. Vida que en el fondo ellos también desean.

Datos del libro

  • Título: Uno mundo para Julius
  • Autor: Alfredo Bryce Echenique (Perú)
  • Año de publicación: 1970
  • Edición revisada: PEISA, 2001 (Colección Gran Biblioteca Literatura Peruana de El Comercio)

Versión en PDF, MOBI y EPUB del libro en este enlace.

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